El público tiene cabeza y corazón. El corazón del público quiere suspense, su corazón quiere intriga.

Sobre todo, elabora una trama principal. Si eres novelista, vístela de subtramas.

El final del cuento es el centro de una diana. ¡Dispara!

Utiliza los símbolos y marca con tinta invisible el doble nivel de interpretación de un cuento.

Confía en el lector y en ti mismo: no sois estúpidos. No abuses de aquello dicho: muestra. Y, sobre todo, no seas redundante. Nunca seas redundante.

El último punto de giro es la cima de la escala de un tobogan que ha de morir en el final de la historia.